Fallas sintácticas tensivas-extensivas y construcción concesiva en las obras poéticas de Fabricio Estrada . El caso de “Sextos de Lluvia” (1998) y “Poemas contra el miedo” (2001) “Solares(2004).


 

 Fallas sintácticas tensivas-extensivas y  construcción concesiva en las  obras poéticas de Fabricio Estrada .

El caso de “Sextos de Lluvia” (1998) y “Poemas contra el miedo” (2001) “Solares(2004).



OSCAR SIERRA-PANDOLFI

DEL LIBRO “POETICUS”.2021. ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LA POESÍA HONDUREÑA CONTEMPORÁNEA.

Es una juntura de poemas que de forma tensiva adquieren un efecto existencialista, donde encontramos los planos tensivos, con  una propagación sintáctica que unifica el contenido con la forma. La demostración de versos que se mueven entre la atenuación del estallido y el sub-plano de “aspectualización de eventos” en palabras de Zilberberg[1] (2016).

 

Lo anterior ocurre cuando una “(…)emoción disfórica se manifiesta cuando dos magnitudes acercadas rehúsan compenetrarse, “comunicarse” una con otra, mientras que la emoción eufórica toma cuerpo cuando dos magnitudes coexisten y se abren la una a la otra”. Este juego coexiste entre lo ontológico y el movimiento emotivo del poeta. El poema se presenta con dos puntos dimensionales, desde la sintaxis extensiva, el paradigma, o sea el contenido alarga sus parámetros de significantes y significados  a través de la reiteración frástica. Lo que ocasiona disminuir la intensidad en el interior del poema. Cuando expresa “Normalmente
I “Comienza” , inicia el poema con un verbo que funciona como marcador morfofonémico, adquiere el ritmo que se desplaza a la siguiente palabra “Le abro paréntesis a un sueño” entonces, la función “comienza” y “abrir” se inician como acciones correlativas que tejen el propósito de cualquier tipo de textualización denotativa que carece de poeticidad. Un poema siempre está evolucionando hacia la trasgresión “le abro paréntesis a un sueño”, nos lleva a pensar que el poeta se mueve entre las líneas agudas de la realidad concreta y el proceso onírico, de ahí construye la metáfora. Nos parece preciso el preámbulo poético. No obstante, como lo expresa Valery “La emoción no es más que un vínculo entre cosas que no tienen vinculación alguna. Esta idea abate ese cuerpo; ese vino dorado alegra esa vida”. El poema, se mueve entre la intensidad y la debilidad, es decir, entre la sintaxis tensiva y la sintaxis extensiva, en la primera, el poema, se mezcla con todas las fuerzas y energías que provienen del interior, para emerger la secretividad y el misterio del poema, y en la segunda, el tempore, o la extensión de esa intensidad que se queda varada en la mitad del poema. Incluso la mala construcción “ que no quiere terminar”. Este choque compulsivo semántico, dota al poema de un acierto onírico y real a la vez, porque se suceden dos planos “Antes de salir reviso”.

Aunque en los planos diferentes del poema, la circularidad  que nos plantea Zilberberg (2016) es decir , los aumentos y las consecuentes disminuciones efectuadas que intervienen en las operaciones verbales y en los objetos. “La hora, la sonrisa, el agujero creciendo en mi bolsillo”. El poema contiene un cierre donde la noción de Hjelmslev sobre “manifestación” con respecto a “esquematismo” en Kant, lo que implica que el poema, sostiene la intensidad manifestada, y la extensidad en posición manifestante. Es importante considerar lo que argumenta Zilberberg (2016) cuando se refiere a las propiedades fundamentales y notables que la sintaxis tensiva hace cuando un objeto se convierte en parte de otro objeto. “cruzo la calle” (Transitividad) y “flor en la mano” (intensidad). Entonces, es cuando la misma sintaxis tensiva muestra “las preguntas: ¿cuál es el objeto del aumento?, ¿cuál es el objeto de la disminución?”. Que son claves para radiografiar la tesitura y dimensionalidad de un poema en términos estéticos y estructurales.  Por eso, el poemario inicia, con disminución de la intensidad. Todo ello, se debe a que los sentidos están reducidos a la observación del poeta. “Lo mismo ocurre con la extenuación. Ya se puede presentir: las operaciones concesivas han de ser excepcionales, so pena de ver que la tonicidad que crean se anule en los términos previstos por Deleuze en Différence et répétition.” Devuelve la estructura sintagmática. Donde se extiende en todo el poemario, pero disminuye la tensión metafórica, con la retención emotiva y objetual. El componente deíctico nos emite fuerza a la personificación donde el poeta como sujeto cuasi-existencial gravita en la búsqueda del vacío en la misma “llenura” de la otredad, y aflora la “mismisidad” que es un equivalente al “superyó” freudiano.

 

 

II



Aquí

descubro que la soledad

va disfrazada de muchedumbre.

Me aparto y la veo con paciencia;

 

El poema esta armado sin combinaciones alambicadas, ni cruciales, que provoquen un goce del texto poético, lo que observamos es la forma común y corriente de las primeras vanguardias que se quedaron azuzadas en el realismo y en la poesía concreta brasileña. Como lo apuntala Zilberberg (2016) “Como tiene que ver con las series, con las colecciones, con los conglomerados, y de una manera general con la disparidad en medio de la cual evolucionamos, la sintaxis extensiva puede disminuirla por medio de operaciones recursivas de selección”. A veces el conglomerado tiene que ver con los campos semánticos enriquecidos por la sinonimia y la antonimia. Sin esta contra operativa contrastación el poema, pierde su geometría.


más adelante otro descubrimiento:

la catedral me tiene vergüenza,

a cada roce de mis ojos

su piel

se llena de palomas.

 

 

 

De inmediato en la personificación “la catedral me tiene vergüenza” , rotundamente la sonoridad y la construcción es precisa, debemos saber, que el poeta no tiene pretensiones innovadoras, más que la eclosión de ganar una posición escalafonaria en los campos de poder cultural de la literatura hondureña. En el verso “su piel
se llena de palomas.” Nos lleva a la réplica argumental de Zilberberg (2016) “(…) las selecciones concesivas, recibidas primero como chocantes cuando sobrevienen sin previo aviso, y que nosotros designamos como evicciones, y selecciones implicativas, que consideramos como purificaciones”. El poema queda lastrado en la repetición interior, en la estructura común, con un tono surrealista, y más orientado a la sintaxis extensiva, lo que le resta méritos al subdimensión connotativo. La selección léxica se orienta más a objetos cotidianos que ya los conocemos, que están en la vida diaria, no encontramos el entrañamiento que se le debe imprimir a dicho poema. Por esas selecciones concesivas tienen que ver con la mezcla de colores que hace el pintor, o el musico para crear melodía, lo que anteriormente dijimos que se llama “evicciones”. Y las implicativas, que empujan y extienden las reiteraciones que pueden originar otros sentidos a través de una variedad de lecturas interpretativas. “Sextos de lluvia” carece de elementos compositivos para ser llamada obra poética.

  

“en los autobuses no crecen las orquídeas” . Este verso,  nos remite a lo que nos sigue planteando Zulberberg (2016) Esta causado por la foria, que significa que al objeto y a la cosa misma funciona como actuante y junto con el poeta adquiere vivacidad hasta cierto límite . “En fin, Aristóteles menciona lo que nosotros venimos llamando “concesividad”. Por eso necesariamente la metáfora es extraída de los objetos propios del tema y de la misma observación del poeta, posiblemente, acá no se cumple a cabalidad, porque no deben ser muy evidentes.  Por lo tanto “(…)En filosofía, por ejemplo, tienes que considerar la semejanza que hay en aquellos objetos que tienen entre sí una gran diferencia”.  Eso sucede en el verso siguiente que es obvio en su negación ontológica “en los autobuses no crecen las orquídeas”. De inmediato la obviedad, la gente, el lector, sabemos que no crecen orquídeas en los buses, existe un decir, un acto locutivo, que me quiere hacer aceptar el verso, contrario, a nuestro juicio, el verso no logra intensidad ni graduación poética. Por eso el poema debe estar basado en las direcciones sintácticas tensivas “Concesión  implicación, intrusión, mezcla y purificación”. (Zulberberg (2016).

II Parte

III
Definitivamente,
en los autobuses no crecen las orquídeas.
por segundos
la desesperación es una plaga incontenible,
piernas, hombros,
todo
en una música estridente.
las ventanillas filtran una luna

que taladra hasta lo más hondo;
la luna,
gráfica silenciosa
recorre al mundo en movimiento.

II PARTE

Demostrando que “Sextos de Lluvia” no es poesía.

Oscar Sierra-Pandolfi

Luego, en una construcción todavía desacertada, basado en lo que sigue argumentando Zilberberg (2016) , cuando el verso o el poema en su globalidad cae en la extenuación o reducción de intensidad por el manejo de una denotación que es común y corriente en el habla cotidiana. Nos muestra una decadencia: “La continuación de la decadencia supone la superación de la reducción, es decir, el añadido de más de un menos, operación que designamos como una extenuación. Si esta extenuación alcanza el término que se tiene en la mira: menos que menos, la positividad colocada al comienzo es virtualizada; la decadencia, cumplida en la tonicidad.” Lo que implica que “Sextos de lluvia” contiene un estallido fugaz, que no queda huella, no queda la intensidad en el paradigma de la oración o en la superficie del verso.

Obviamente cuando la celeridad del verso, se detiene algunas veces en pausas, se siente aligerado, en un ritmo que no contiene perspicacia, ni agilidad semántica. Según G. Brelet “(…)ha mostrado, como hemos visto más arriba, que el tempo decide la densidad de la obra en el sentido en que la rapidez simplifica, mientras que la lentitud enriquece y complejiza”.  

En cambio, los niveles del poemario se separan por situaciones estilísticas, podría ser, que el poeta, se mueve en una posición dual “ir-venir” “serenidad-conflicto” “silencio- ruido”. Esto provocaría una pausa en el sintagma, no en el paradigma, donde la estructura tensiva es receptora de la ambigüedad del poema, de las connotaciones, firmemente de lo que los rusos llamaban “entrañamiento”. Tal como, lo prescriben los poemas con una voz común:

a)    No deseo terminar

b)   pero el día que se esconde

c)    me impone sus reglas:

d)   el cansancio,

e)    las estrellas primeras…

f)     asombros incrustados

g)   como semillas al suelo.

El verso (a) se orienta en el plano superficial, desde el punto de vista sintáctico, queda definida ( Neg. + sust. +V.) resulta una oración simple coordinada denotativa. Luego la O ( Conj + det- sust (T) V)= “El día que se esconde”. Podría ser que la personificación conmute fuerza con los versos posteriores  de (c) “me impone sus reglas”, carece de poeticidad, no hay imagen retórica, ni siquiera se asoma  a la función poética de Jacobson.  El verso (e) “Las estrellas primeras” trasluce una estructura versual gastada y reduce la tonacidad y la fuerza tensiva del poema.

Por eso Zilberberg (2016) acota , es que el poeta no cambia el plano de la expresión y se mantiene álgido en la misma homogeneidad:

“(…)Con esta condición, un modelo de dos términos, que corresponde a la posición binarista, es un modelo de tempo rápido, puesto que el espacio del paradigma es atravesado de un solo salto, de una vez, sin actualizar ninguna pausa; esta posición corresponde a la antítesis del punto de vista retórico, a la antítesis de la que Fontanier declara que es portadora de destello, es decir, de la valencia intensiva suprema”.

Esto implica, si lo interpretamos en la muestra poética que nos ocupa, el tempo de los versos, van fugaces, va un impulso en forma de estallido corriendo verso tras verso, que se evapora a medio verso, y no llega al final del poema, ni los poemas llegan al final en el encuentro de la heterogeneidad por causas de la extenuación. En el arte clásico, los planos se movían  paralelos, en el barroco, conducía la mirada de adelante hacia atrás. En el caso de “Sextos de lluvia” . Wölfflin expresa “un estilo es una velocidad en la misma medida en que una velocidad es un estilo”. Por lo tanto, la rapidez no podría ser un estilo en el sentido del eje de combinación y del paradigma de selección léxica. No hay esos elementos en la poética primera de Fabricio Estrada. Para Bachelard citado por Zilberberg “La materia dura es dominada por la dureza colérica del trabajador. La cólera es aquí aceleratriz. Por lo demás, en el orden del trabajo, toda aceleración reclama cierta cólera”.

Entonces, la pasividad sintáctica, la pasividad del rhema, la falta de iconicidad y de simbolismo hacen que el poemario descarte su posibilidad de ser obra literaria. Tal como lo manifestaba : “(…)Si se menciona el sintagma fijo, el tópico, el lugar común —que Baudelaire admiraba—: “una explosión de cólera”, se ve que la cólera entra en composición, se ajusta —pues una «cólera» puede ser «bella»—, con dos magnitudes de primer rango: el tempo y la tonicidad.” Citado por Zilberberg (2016). No encontramos desvíos semánticos, ni emocionales, es una poesía acartonada, carente de los elementos que hemos venido estudiando. Al ampliar el análisis a los modos semióticos  que vienen a ser definidos en función de reflejar la diversidad y versatilidad que deben tener los discursos realizados. En el espacio semiótico debe haber magnitudes que entran y salen del poema, se debe abrir y cerrar. Lo que se le podría llamar según Zilberbeg (2016) “campo de la presencia”. Por eso Valery expresa que la velocidad es cuestión de existencia, veamos los versos siguientes:

1)   Viene la noche y se ampara

2)   en mi cuerpo solo.

3)   Antes de dormir reviso

4)   que todos mis recuerdos

5)   sean ahora exactos:

6)   la tristeza,

7)   el bolsillo naufragando en el agujero

normalmente.
8)Atravieso la cama

9)   con ciertos pétalos en la mano,
mientras desafío
a los sueños que se abalanzan.

En el verso (1) “viene la noche y se ampara” contiene implicaciones filosóficas sobre el tejido literario, una figura de pensamiento con mucha validez, excepto en su construcción semántica, porque se reitera en la usanza diaria. Lo trillado, La voz apela a la noción de frecuencia que nos plantea Jacobson, ya que no se aproxima a la profundidad, se expande a las orillas de la superficie textual del poema. La capacidad léxica se pierde, se desvanece en la isotopía. “Sextos de lluvia”, pudo de alguna manera ser la primera opera de Fabricio Estrada, acertada, sin embargo, la dilación apresurada de recurrir al verso mal trabajado sintácticamente. La rareza, que no tiene asomo, sin obviarnos a en este punto abordado por el thaumazein de los pensadores griegos, lo sublime de Longino, lo admirable en Descartes, lo bizarro en Baudelaire, lo fortuito en Breton, lo insólito para Cassirer según nos argumental Zilberberg (2016). Quizás la obra poética, no se sucede en un evento de lo sublime, ni levanta las sensaciones que debe despertar en los sentidos del lector. Ya que el evento mismo del poema, se domina en el plano del contenido, abandona el plano de la expresión con la concomitancia de apelar al pensamiento, y dejar afuera la construcción de la imagen poética.

Como lo índica (Bürger 2001.p.15). “No es la dimensión histórica y “la existencia que dimana de ella” la que prima en la mirada foucaultina, sino que se observa la primacía de un yo “sometido a prácticas discursivas y no-discursivas que posibilitan antes que nada su hacerse sujeto”. Encontramos un sujeto luchando contra el vacío, que la voz va quebrandose en la añoranza de los objetos, “la basura desordenada” “Las vísceras del aire” pertenecen al plano extensivo de los objetos en el poema que origina el plano del contenido, luego, aparece la coordenada del regente (sujeto) creando emoción y sensibilidad “Los amigos viéndome distinto”. La magnitud del poema, aparece en el devenir del mismo poema, introyecta el interiorismo y el exteriorismo. Este elemento simétrico deja que el poema eleve la intensidad de forma súbita, como la elevación de un termómetro, para luego caer en el ripio poético. Se desprende el sujeto del que nos habla Adorno (1989) , que va buscando un refugio profundo en la lírica para segregar y recuperar el vinculo con la naturaleza “(…)al mismo tiempo, por tratarse de un género paradójico en cuanto en él confluyen la subjetividad individual y la objetividad introducida por la dimensión social del lenguaje.” Lo detallamos en el verso (2). En cambio, en las oraciones simples, (3 y 4) “antes de dormir reviso que todos mis recuerdos sean ahora exactos”. No señalamos las herramientas lingüísticas que puede dar manos el poeta en el momento de escribir el poema. Sino de la conciencia de manejar y distribuir la intensidad y la extensión del poema, para no caer en las repeticiones, en la homogeneidad. Lo que buscamos es la innovación, el planteamiento de una propuesta poética que nos impresione, mas que especulaciones varadas en los etéreo . No hay complejidad, el verso es facilón de un solo tiraje.  “El bolsillo naufragando” puede que sea una metáfora al mismo tiempo que una hipérbole que puede acertar de forma semántica en el plano de la connotación. Hay en este verso ligeramente una conexión entre el exterior y el interior con respecto a lo social, a las formas económicas de la pobreza. Luego “con ciertos pétalos en la mano”, constituye ser romanticoide, ya se ha expresado en los versos de José Angel Buesa o en otros poetas de principios del siglo XX.  No encontramos el sobrevenir en el poema en palabras de Zilberberg (2017), este elemento interviene cuando la magnitud del poema interviene en la presencia y esta va en concordancia con las magnitudes instaladas en el interior para definir lo que se le llama implicación. Nada de ello, identificamos en la poética de ”sextos de lluvia”, las implicaciones poéticas en términos de magnitud son carentes, sin relegarnos a la vieja teoría del sujeto de enunciación y el sujeto del enunciado.

  

Que oscilan con fuerza en los aspírales del pensamiento del poeta, aunque no haya llegado a la construcción fidedigna de una obra acertada en términos estrictos. Para concluir, no pudimos encontrar lo que Zilberberg (2017) llama “virtualizado - actualizado - realizado – potencializado”. Al no determinar estas condiciones en el poemario “Sextos de lluvia” de Fabricio Estrada, lo dejaríamos como un texto periférico y fuera de los cause de lo que se podría llamar poética.

III

OTROS ELEMENTOS COMPOSITIVOS ACERTADOS EN LA OBRA POÉTICA DE “SEXTOS DE LLUVIA” DE FABRICIO ESTRADA.

Posiblemente la poética que nos ocupa esta plegada de espontaneidad. Si la visualizamos dentro de las sintagmáticas restringidas, es muy fácil determinar como un poema tras otro va trasmutando fases  continuas, que lógicamente, aciertan en la construcción de sentidos. No obstante, en los versos siguientes :

verme una vez

El verbo reflexivo se emerge en el acontecimiento ontológico, traslada una emoción de si mismo hacia otros sujetos ausentes, que se potabilizan en la homologación del poeta. Aunque la cisura del verso libro, origina una espacialidad para ir emergiendo en la voz lírica:


por cada uno que se casa
no es para menos…

Estos dos versos señalados carecen de rasgos poéticos, ni siquiera de pensamiento, el plano denotativo, es la dominante y el indicador que precisa plantear que hace falta un trabajo mesurado en el lenguaje poético, otra vez Zilberberg (2016) nos sigue argumentando: 

(…) de la emoción a la inclinación, puede ser descrito como una transición de fase, más precisamente, se trata de una desconcentración, de una explosión controlada, y esa descripción puede convocar las dimensiones constitutivas de la figuralidad. En relación con el tempo y con la intensidad, si la emoción conlleva el rasgo brusquedad, la inclinación no comporta más que el rasgo espontaneidad”.

Encontramos emociones, en los pliegues del texto poético, más de cariz filosófico, y de especulación existencial. “Sextos de Lluvia” , en este sentido , mantiene un devenir, es un devenir que va de la plenitud a la nulidad. En otras palabras, el autor quiso plasmar su propia cosmovisión personal sobre el mundo de las cosas que le rodean. Aunque podemos balancear que el poeta en sus obras posteriores logra madurar en el manejo del lenguaje, y en las variaciones estilísticas. Mejor que la obra que nos sigue ocupando en este respectivo estudio analítico.

 

Ante todo,  Zilberberg recalca “(…)En relación con la espacialidad, la emoción está localizada porque el sujeto y el objeto se confunden aún, mientras que la inclinación presupone ya una escisión actancial y una orientación del sujeto hacia el objeto”. Es lo que sucede en el entramado de los poemas de principio a fin.


(…) y el estruendoso silencio
con el que posiblemente dialogan
los seres submarinos.

Po otra parte , podemos hacer una valoración sustancial, desde la mirada de Cohen, al clasificar los poemas de “Sextos de Lluvia” en la poesía fónica. Desde esa dimensión, podemos aseverar sus precisiones y aciertos basándonos en lo que plantea Zumthor (1972) “(…)concibe la obra como todo a que lio que se comunica poéticamente, tanto el texto como los ritmos, las sonoridades y los elementos visuales.” De lo anterior, se determina, los ritmos que podemos identificar en los siguientes versos:

es el mismo que quisimos pintar

Entre el verbo (pintar) hasta el lexema (mujer)  siempre precisa el manejo del ritmo a nivel de la concordancia semántica que ayuda en el plano fónico a seguir la consecución frástica, luego el elemento “deíctico” (aquí) nos especializa el poema para originar la fuerza del poema de forma holística. En efecto, Zumthor (1972) :

 

(…)  La estructura poética en régimen de oralidad opera, ante todo, con la dramatización del discurso, y no exclusivamente con las gramaticalizaciones de los distintos procedimientos, como lo hace, casi de forma exclusiva, la poesía escrita. Las formas lingüísticas poéticas adquieren valor en la comunicación oral, en el seno de un lugar emocional”.  

Es así, que no podríamos encontrar aciertos como poesía escrita, sino en el plano fónico desde la mirada de Zumthor. Porque el verso “Las olas de las playas” en el paradigma de la escritura quedaría invalido y en el plano morfofonémico subyace acierto estético. Esto implica que el poema va construyéndose con “speech acts” (Searle,1990), en una simbiosis con figuras de pensamiento combinando elementos del exteriorismo y algunos entrecruzamientos metafóricos.

(…)con graffiti de mujeres desnudas,
con nubes que desde aquí
nos parecieron siempre
las olas de las playas.

Para ello el poeta cuenta con el lenguaje como medio eficaz. En la estructura poética la realidad nunca se muestra con presencia directa sino figurada, a través del lenguaje; todo en ella cristaliza la intuición emocional, plena de fantasías y de sentimientos que tuvo el poeta, independientemente de su aparición en prosa o en verso.

“Sextos de Lluvia” se circunscribe en una voz poética que abarca la totalidad total de la estructura oral de la obra estética. Por un lado, la obra esta concebida en los factores del performance, que implica esta como una acción compleja por la cual el mensaje poético  que se trasmite  y es recibido en el sentido de las coacciones que se inmediatizan en las categorías temporales ;(…) la voz poética,  la canción, o el poema existen o se debe a la voz viva”. (Zumthor[2], 1972.p.34).

Tras los cerros conocimos
la imponente redundancia
del adolescente,
imaginábamos
el primer compromiso con el amor,
la última promesa de nunca separarnos.

Esto quiere decir, que el poemario esta dimensionado, por algunas correlaciones sustantivas  que se expanden a lo largo del sintagma discursivo, en suma Zulberberg (2017):

(…) que las dimensiones afectadas son de dos tipos: modales y fóricas. (…)que las modalidades implicadas se refieren tanto a la existencia (modalidades existenciales) como a la competencia (querer, deber, saber, poder y creer).

En el caso de los poemas de “Sextos de Lluvia” , se implica plenitud  la modalidad existencial que es la que se entrecruza en el interior de los poemas a través de la voz que hemos venido  estudiando. Ya que logran ser imágenes perceptivas que impulsan al poema a destruir su propia escritura y orienta al verso al plano de sonoridad para sincronizar los efectos impulsivos en la estructura profunda de la obra literaria.

El poeta se ubica en el (querer) “Arranco ladrillos y me los trago”. Al igual que la modalidad del (creer) “(…) o la eterna espera que los sueños me revelen la muerte”. Luego, el (poder): “(…)Domino los gritos,
aclimato las horas a mi silencio”. O sea que el poemario de alguna manera se mueve entre estas tres categorías modales. Eso implica que con estas categorías antes mencionadas, el poemario gravita en un devenir (Zilberberg,2016) que escinde “(…) [repunte vs. redoblamiento] y no comporta más que una sola cesura. Cuando el devenir es decadente, se escinde en [atenuación vs. aminoramiento] y tampoco comporta más que una sola cesura.” En la escritura si hay aminoramiento y atenuación. En cambio , el poema fónico se  mueven los dos ejes de la estructura tensiva del poema, la extensión y la intensidad.

 

 

 

 

 

 

 



[1] Zilberberg (2016)La estructura tensiva . Primera edición digital, marzo 2016.

[2] l • Cfr. P. Zumthor (1983), Introduction a la poésie órale, París, Seuil (versión española: Introducción a la poesía oral, Madrid, Taurus, 1991).

 

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